A. Una multitud presenció el partido, que no fue bueno pero que tuvo el dramatismo de toda final. El equipo de Edgardo Cervilla ratificó con esta victoria una gran temporada y de esta manera cumplió con su aspiración de ascender de divisional.Patronato es del Argentino A. Está decretado, está confirmado y no hay nada que diga lo contrario. Un zapatazo de Cristian Díaz a la carrera fue la obra de arte de la tarde. Un golazo para alcanzar el objetivo más deseado, más buscado.
Fue un 1 a 0 ante Central Córdoba, suficiente, para que más. Alcanzó y sobró para coronar una jornada histórica para el fútbol paranaense, que como hace mucho tiempo no ocurre, sonríe a lo grande por un acontecimiento deportivo que quedará marcado a fuego.
No fue un buen partido, ni tampoco Patronato jugó bien. Pero había que ganar y el Rojinegro ganó para coronar una temporada inolvidable.
Fue un juego marcado por la ansiedad, el nerviosismo y la adrenalina. Costó encontrar el buen juego, de un lado y del otro. Hubo muchas imprecisiones y poco juego asociado.
Patronato jugó mejor el segundo que el primer tiempo. Es que supo adelantar sus líneas y eso le sirvió para que el rival no tenga más la pelota, algo que sucedió en los primeros 45 minutos.
Fue justamente el primer segmento en el cual el Rojinegro no inquietó para nada, y por el contrario, Central Córdoba se mostró más listo, más suelto, para marcar y para proyectarse.
En si no hubo diálogo futbolístico y por eso todo dependió de las individualidades. A Jorge Valverde lo marcaron bien y cuando recibió se dejó anticipar o no pudo controlar el balón. Adelante no pesó la velocidad de Ariel Gastaldi y se notó que Víctor Müller no estuvo en condiciones con ese yeso en su mano, que no lo dejó moverse con libertad.
Las proyecciones de Cristian Díaz o las escaladas de Bianchini no terminaron de impactar. Entonces, Patronato fue puro corazón, pero poco vuelo y casi nada de inspiración. La seguridad del “Colorado” Zuvinikar y el desplazamiento de Prono fue lo mejorcito en el dueño de casa.
En el segundo tiempo el local ganó la mitad de cancha y eso fue clave para el desarrollo. A la visita ya le costó llegar porque no tuvo la pelota y porque sus delanteros quedaron aislados del tránsito del balón.
Patronato no mejoró en su manejo pero sí en su producción colectiva, por lo menos para controlar a su oponente. Walter Andrade se asoció correctamente a Zuvinikar y entre ambos formaron un paredón. Gabriel Graciani fue una salida potable por derecha y Luciano González cerró con candado el sector izquierdo para que nadie subiera por ese conducto.
Prono, Díaz y Bianchini tuvieron mayor contacto y más presencia. Y si Valverde hubiese estado fino el trabajo hubiese sido impecable.
Igualmente Patronato fue otro, por lo menos en la intención de hacerse cargo del balón, de salir a buscar el partido. Y no es que en el primer tiempo no lo hizo, pero equivocó los caminos.
Al margen de ello, faltó precisión, lo que originó falta de profundidad.
El tiempo transcurrió y no hubo demasiadas jugadas de alto voltaje. Ni de un lado ni del otro.
Edgardo Cervilla ensayó un cambio que fue clave. Entró Edgardo Brítes y salió un limitado Müller (tuvo una solo ante el arquero y la tiró arriba, increíble). El “Gordo” fue elemental para la jugada que desequilibró el tablero.
Ocurrió a los 33 minutos, cuando parecía que no había fórmula para romper las defensivas. Valverde metió un largo pase al medió de los dos centrales. Brítes con mucha potencia y de espalda al arco contrario bajó correctamente la bola hacía al medió. Díaz, que venía endiablado con su pique corto, llegó de frente al arco y con el tiempo justo para empalmar de zurda una bola que le quedó mansita. Fuerte remate que se elevó y se clavó al ángulo. Golazo. Golazo de otro partido.
A partir de allí Central se descontroló. Salió a buscar el empate a la carga barraca pero no pensó. Patronato estuvo firme atrás, si bien a 3 minutos del pitazo casi sufre un paro cardíaco cuando tras un tiro libre la bola quedó boyando en el área y el remate de Paulo Paglioni se fue por encima del arco de Bértoli.
El tiempo pasó. Patronato aguantó bien y el partido llegó a su fin. Fue un 1 a 0. Para que más. Suficiente para ganar, suficiente para hacer realidad ese ascenso que hace mucho se viene soñando.
Cristian Díaz, el gol del ascenso, de quien más se lo merecía
El volante nació, se crió en Patronato y vivió todos los últimos procesos del Rojinegro. Es el jugador con mayor cantidad de temporadas en el club y en la tarde de este lunes feriado clavó un gol hist
órico, que quedará archivado para la eternidad. Se trata de un futbolista con entrega, sacrificio, voluntad y mucha disciplina. Como nunca corearon su nombre y lo llevaron en andas. El fútbol esta vez premió a quien más correspondía. Cristian Díaz, “la Pulga”, el del zapatazo al ángulo, el del golazo y el ascenso.Que golazo el de Cristian Díaz. Que lindo gol. No podía haber sido mejor. Por como se desarrolló la jugada, por como terminó y por el autor. Perfecto, mejor imposible.
En sí quedó claro que fue un gol de “otro partido”, en todo sentido. Fue una acción que se salió del libreto, que no estaba en los planes de nadie. Tuvo buena técnica, disciplina, correcta interpretación, la asociación justa y necesaria, los tiempos coordinados y la mecánica perfecta. Todo lo contrario a lo que fue el partido.
La jugada se desprendió después de un pelotazo frontal de Jorge Valverde, que no tuvo una buena tarde noche, pero que en ese segmento metió esa bocha impecable. Fue extraordinario lo de Edgardo Britez, quien recién había entrado y que todavía no estaba en ritmo de partido. Sin embargo, el delantero actuó con una soberbia lucidez mental. La bocha cayó desde el cielo y él, metido entre los centrales, saltó de espalda al arco. Como si fuese con la mano le bajó el balón a Cristian Díaz, se la dejó picando en la misma trayectoria en la que venía el volante.
La “Pulga” había picado desde mitad de cancha cuando Valverde le tiró la bocha a Brítes. Llegó a toda velocidad, de frente al arco. Que buen gesto técnico metió el jugador, porque no es sencillo direccionar un remate cuando se viene a tanta velocidad. Sin embargo Díaz lo logró.
La pelota dio el pique ideal para empalmarla de bolea. Fue de zurda. La pelota viajó recta, en ascenso. Fue un remate fuera del área que terminó clavándose en el ángulo derecho del arquero Germán Montenegro. Tremendo golazo que hizo estallar a un repleto Prebístero Grella que a esa altura comenzaba lentamente a imaginarse una definición por penales.
Que bueno que haya sido Cristian Díaz el autor del gol, el principal protagonista de la victoria que le dio el ascenso a Patronato. Que bueno porque este tipo es de acá, nació en Patronato, se crió en el club y desde hace años la pelea y siente los colores como pocos.
Que bueno que a veces el fútbol premie a los laburadores, a los que desde bien abajo no se cansan de entregarles lágrimas y sudor a esta profesión que en muchos casos es injusta. Hace cuanto que Díaz está en Patronato. ¿Cuántos sinsabores debió tragarse, cuántas amarguras debió soportar en estos últimos años?. De las deportivas y de las otras.
Pero el tipo estuvo ahí, siempre estuvo ahí. Firme, decidido, convencido que esto era lo suyo y que alguna vez tendrían que llegar las buenas. Pasaron técnicos, temporadas, partidos buenos, malos, o aquel susto enorme cuando su cabeza chocó contra un jugador de Rivadavia de Lincoln. Sufrió convulsiones producto de un traumatismo de cráneo que hasta casi le costó su vida. Y todo por el fútbol, por Patronato.
Aquella acción que lo derivó a una rápida internación fue un susto grande para él, muy grande. Pero una vez que pasó dejó de serlo. Por que al poco tiempo volvió, y volvió a entrenar con las mismas ganas de siempre.
Es verdad que a este pibe no lo ayuda la altura, que arriba pierde siempre y que muchas veces debió batallar ante oponentes muchos más grandes que él. Pero no le importó. Su velocidad, su amor, su entrega, sus desplazamientos y su valor por el fútbol no lo achicó nunca, al contrario.
Lunes, feriado. El sol ya se escondió y el frío se hace notar. El partido está 0 a 0. El Grella, su casa, ese hogar que muchas veces vio vacío, está vez está que explota. Es una final y está en juego el ascenso. Que golazo Cristian. Que golazo que metiste. Brazos abiertos, grito a flor de piel y ese gesto que lo dice todo. Cuantas veces soñaste ese gol, con esa camiseta. Ahí está, se hizo realidad. Disfrutalo, te lo mereces.
Edgardo Cervilla se dio el gran gusto: ”Como entrenador es el día más feliz de mi vida”
El DT de Patronato elogió mucho al plantel y a todo el cuerpo técnico por este logro. Dijo que Patronato consiguió el ascenso porque el equipo tuvo como virtud “el convencimiento, las ganas de superarse día a día, el trabajoy la humildad de saber que nunca éramos mejor que nadie”. Se lo dedicó a su familia y también a la prensa que él considero “destructiva”. El momento del entrenador: “Quiero agradecer y felicitar a este plantel de grandes hombres porque hicieron todo por conseguir el ascenso y por eso al logro lo tienen muy bien merecido”, dijo.
Es el momento de la felicidad, el saber que se alcanzó el objetivo por el cual tanto se peleó
Sí, es así. Es la felicidad después de un año que desde el inicio se trabajó con mucho sacrificio. Una temporada de la cual no arrancamos bien por los resultados pero que después supimos corregirla. Una temporada en la cual los dirigentes fueron coherentes con su trabajo. Al igual que los jugadores. Porque en sí no hay una palabra de elogio que describa lo que laburaron y se esforzaron como grupo, inclusive durante las fiestas de fin de año. Por eso quiero agradecer y felicitar a este plantel de grandes hombres porque hicieron todo por conseguir el ascenso y por eso al logro lo tienen muy bien merecido.
¿Con tanta emoción qué se acuerda del partido?
Que fue un partido duro, cerrado. Nosotros sabíamos que si jugábamos a la espalda de los volantes podíamos tener algunas posibilidades. Sabíamos que ellos se replegaban en forma lenta, entonces había que buscar por ahí. Pero bueno, son finales y muchas veces lo que pretendes hacer no te sale y estos partidos habitualmente se definen con un gol. El tema que a medida que pasan los minutos la presión iba a ser nuestra y esa ansiedad nos podía jugar en contra en quedarnos mal parados atrás. Uno lo vive nervioso, imaginate dentro de la cancha. Encima enfrente había un equipo duro, que por algo llegó a esta final. Por suerte pudimos lograr ese golde otro partido. Podía haber sido para ellos, pero fue para nosotros.
No se jugó bien, pero en el complemento el equipo se mostró más adelantado. ¿Que le pediste a tus jugadores en el entretiempo?
Tranquilidad. Nosotros debíamos tener tranquilidad porque seguro que íbamos a tener algunas chances como la tuvimos en Santiago del Estero. Para ello debíamos tener la pelota para poder jugar a las espaldas de los volantes de ellos.
Si lo apuro y le pido fundamentos del ascenso, ¿Qué me dice?
Un grupo que nunca renuncio al trabajo, que hizo de perfil bajo una costumbre, un grupo de líderes como los llamó yo que creció a la par de referentes indiscutidos como José Luis Marzo, Víctor Müller y Jorge Valverde. Ese grupo creció muchísimo no solo como futbolistas sino como personas. En muchos partidos por ahí faltaron los referentes y fue ese grupo que sacó el equipo a flote en lo momentos más difíciles. El convencimiento, las ganas de superarse día a día, nunca un no para el trabajo, la humildad de saber que nunca éramos mejor que nadie pero tampoco peor que el resto. Saber que teníamos un objetivo determinado y que había que direccionarlo para poder alcanzarlo fue lo que nos llevó a alcanzar esta final por el ascenso.
¿Cómo técnico es el momento más importante de su vida?
Sí porque siempre que ganas marca un punto de inflexión. El fútbol es exitismo y el que pierde no sirve. Entonces, por este logro siento como entrenador que es el día más feliz de mi vida.
Seguro que hay dedicatorias de las buenas y de las malas.
Sí. De las buenas a mi amuleto de la suerte que es mi novia, que me acompaño siempre en todo este proceso. A mi familia, que me aguantó las caras y los gestos malos si bien yo no soy muy demostrativo y me guardo cosas y no las expreso. Y también al grupo de colaboradores míos, quienes también se mataron. Y las malas para aquellos que viven de las críticas destructivas escondidos detrás de una puerta, bombardeando un proceso cuando no tiene sentido hacerlo hasta que termine ese proceso. Son las reglas del juego, y las misas dicen que yo ahora tengo un almohadón grande para que se arrodillen y miren más abajo del ombligo. Es una metáfora, esos periodistas saben a qué me refiero.
¿De ahora en más qué?
Ahora disfrutar mucho….y después ver qué pasa.
Fuente:http://www.paranadeportes.com.ar/
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